sábado, 18 de febrero de 2023

MÓDULO 2: EN ESENCIA, ES CEDER EL ASIENTO.

            

    Es posible que la igualdad absoluta en términos reales o materiales sea solo conceptual. Quizá el objetivo no consista en alcanzar la igualdad real, sino en que pueda ser posible alcanzarla; lo cual tendría que ver con que las condiciones de acceso a cualquier ámbito de la vida sean justas y equitativas para ambos sexos. Entonces, no importarían los desequilibrios, pues serían consecuencia natural de nuestras decisiones como sociedad.

 Digo todo esto por que creo que existen tendencias e inclinaciones, dependiendo del colectivo al que se pertenezca, que nos pueden llevar a ubicarnos en un contexto laboral o social determinado. En este sentido, podría haber oficios que sean elegidos preferentemente por hombres y otros preferentemente por mujeres, sin que tengan que ser, necesariamente, las excepciones que confirman la regla.

 En los diferente Cuerpos de Bomberos que existen a nivel nacional, las mujeres representan tan solo un 0,83%[1] del total. Ciertamente, es un porcentaje paupérrimo. Es posible que este ínfimo tanto por ciento tenga que ver con las condiciones de acceso al Cuerpo. Por suerte, al tratarse de funcionarios públicos, dichas condiciones son escrupulosamente analizables, dado que se encuentran recogidas en las respectivas convocatorias de acceso. En el caso del Excelentísimo Ayuntamiento de Sevilla, solo se hacía distinción de baremo entre hombres y mujeres en una de las cinco pruebas físicas a superar. Una de Cinco. El SAB (Sindicato Andaluz de Bomberos), recurrió esta discriminación en las últimas convocatorias de 2018 y 2019. El Excelentísimo, por su parte, recogió cable y admitió que estas condiciones de acceso constituyen una discriminación indirecta hacia las mujeres. Por ello, concluyó “contemplar un baremo de marcas específico para las pruebas de aptitud física que realicen las mujeres aspirantes”. Dicho lo cual, se espera que en futuras convocatorias esta discriminación entre sexos quede extinta para siempre. Nunca es dicha, si la tarde es buena.

        Esta práctica se enmarca dentro de una discriminación histórica, pues el acceso a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y Cuerpos de Emergencias, siempre ha estado colonizado por hombres. Incluso se fomenta interesadamente el debate sobre sí la aptitud física de las mujeres debiera exigirse al mismo nivel que la de los hombres. A mi parecer, debiera exigirse exactamente el mismo nivel físico, tanto hombres como mujeres. Pero no en el momento de acceder, sino diez años después haber ingresado en el cuerpo. Más de uno infarta, te lo digo.

            Este tipo de medidas se extienden cada vez más a todas las administraciones. El porcentaje de mujeres en la Policía Nacional es del 16,7% por ciento y desciende hasta el 8,9% en el caso de la Guardia Civil. Así,  se tienen en perspectiva, aunque aún deben materializarse, diferentes propuestas en este sentido: la reserva de un porcentaje específico del total de plazas destinadas únicamente a mujeres o el aplazamiento de las pruebas en caso de que la aspirante se encuentre embarazada, sin el hándicap de tener que esperar a la siguiente convocatoria[2].

El impacto de este tipo de prácticas, habla por sí mismo. Logrando o, al menos, tendiendo a la igualdad se fomentaría la erradicación de conductas machistas en estos cuerpos. Porque, seamos honestos, por mucha oficialidad y apariencia de neutralidad con que pretendamos vestir a la Administración, existe un día a día lleno de comportamientos, de comentarios “sin importancia”, de no es para tanto, de tampoco es para ponerse así, de jijí jajá, que están llenos de machismo. A fin de cuentas, somos sentimientos y tenemos seres humanos.

 Habrá quien quiera acogerse al argumento de que favorecer en este sentido a las mujeres, es discriminar a los hombres. Calma. Se trata de una discriminación positiva. Igual que cederle el asiento a una persona mayor en autobús, esencialmente.

Los puntos débiles de esta práctica residen en su implantación. Como todo, implica un tiempo y proceso que tienen mucho más que ver con nuestra mentalidad que con las condiciones materiales. Porque, éstas, una vez dadas, no implican que cambie nuestra percepción sobre ciertos oficios. Si mañana apareciera un camión lleno de mujeres bombero para extinguir un incendio, ni la mente más progresista dejaría de sorprenderse. Incluso la presencia de una sola de ellas, no pasaría inadvertida.

 Sus fortalezas descansan sobre el hecho de que es un precedente fácilmente imitable en otras administraciones y que animaría a muchas mujeres a opositar a este tipo de cuerpos. Además, es un primer paso para dejar de concebir a estas unidades como equipos de trabajo basados en la fuerza física. También son oficios de gestión emocional, de decisiones rápidas e inteligentes, de mano izquierda, de agilidad mental, de relaciones humanas, etcétera, etcétera; las cuales son aspectos que se evalúan de una manera más laxa o directamente no están sometidos a examen.

 Pues esto sería un poco todo, ¿no? Por cierto, cuando alguien cede el asiento a otra persona en el autobús, ¿no hace sentir un poco mal a los demás? ¿O solo soy yo? Quiero decir, que yo se lo hubiera cedido igualmente, pero a lo mejor he estado lento o falto de reflejos. O simplemente no sabía si quizá esa persona podría ofenderse porque la estoy considerando mayor y ella misma no se tiene en esa estima. O no quiere ver la realidad. Que hay gente pa tó. En fin, que lo he pensado mientras lo escribía y digo, ala, pues lo suelto, a ver si a ti también te pasa. Y así aterrizo un poco todo el tema este de la discriminación, que no me gusta ponerme serio tanto tiempo y tan seguido. Salud.

jueves, 9 de febrero de 2023

Módulo 1: Todo es un chiste

    “A fin de cuentas, todo es chiste”. Este reduccionismo de Groucho Marx viene a afirmar que, desde el punto de vista adecuado, todo puede afrontarse desde el sentido del humor. Estableciendo una analogía con la cita del cómico, también sería posible afirmar que “a fin de cuentas, todo es una cuestión de clase”, para dar explicación a cualquier tipo de problema o conflicto social, incluidas todas las discriminaciones.

    Quizá haya sido siempre así. Quizá sea una condición intrínseca al ser humano. Quizá las clases no desaparezcan nunca. Quizá nuestra simple percepción individual de los demás ya nos hace clasificar a unos hombres como elevados y a otros como mundanos; y eso, en sí mismo, ya es una distinción de clase. Sin embargo, cualquier discriminación tiene como base la clase social a la que pertenezca la víctima en cuestión y, por consiguiente, su capacidad económica. Si quitásemos el factor monetario de la ecuación, ¿existiría tal discriminación? Probablemente, no. Tal vez exista otra, perteneciente a otra clase. La mujer que posea una condición social elevada, no sufrirá nunca ciertas discriminaciones que sí sufrirá una mujer de clase trabajadora. Serán otras discriminaciones. Si aquella mujer trascendiera su clase, ascendiendo a otra superior, trascendería también las discriminaciones propias de la clase a la que pertenecía anteriormente. Y cuando llegue al último peldaño de la escalera social, quizá no importe su sexo, etnia, orientación sexual, género, nacionalidad, nacimiento, vecindad, ni cualquier otra condición que posea. Se habrá pasado el juego de las discriminaciones.

“Cuando el moro es pobre, nos faltan metros en la valla de Melilla. Cuando tiene dinero, le abrimos las tiendas por la noche en Marbella”.

Manu Sánchez

    Relata Iñaki Williams, delantero titular del Athletic Club (muy bueno, por cierto) de nacionalidad ghanesa, cierta “anécdota” en la que su madre visitaba una inmobiliaria con la intención de comprar una casa. Pero claro, allí no sabían que estaban tratando con la madre de un futbolista. No es solo racismo, es clasismo también, como citan en el video. Así, toda discriminación es interseccional por naturaleza. Siempre se esconde lo mismo tras la última capa: la pasta. En este caso particular, los prejuicios son determinantes. La asociación entre etnia y clase. El problema es que estos prejuicios no son percepciones individuales o aisladas de los otros. Son construcciones sociales que configuran nuestra identidad. Todos discriminamos de manera natural. Nacerán nuevas discriminaciones y seremos nosotros quienes hostigaremos a los que posean esa nueva condición, esa nueva “rareza” que no entendemos. Porque, al final y por lo que veo a mi alrededor, nos movemos por una máxima muy simple: como a mí no me pasa y como no lo entiendo, lo rechazo. Ese es el embrión de la discriminación: la falta de empatía hacia el otro.

    Qué se puede hacer. Cuánto es nuestra miserable condición humana o cuánto es nuestra miserable condición social. En qué porcentaje se reparte. A veces pienso que la utopía y la distopía avanzan en paralelo. Cada vez veo hombres capaces de lo mejor, y al volver la vista encuentro a otros, con nuevas y sofisticadas maneras para seguir siendo capaces de lo peor. En medio estas tú (y yo). Todos te dicen que el malo es el otro. Al final concluyes que los dos son iguales. Entonces ganan los hombres viles. Y a ti no te queda otro remedio que tomarte la vida con sentido del humor… a fin de cuentas, todo es un chiste.


domingo, 5 de febrero de 2023

Módulo 0: Pues ya hemos llegao

Ea. Ya estamos aquí. La verdad es que siempre me cuesta mucho presentarme. Hablar de mí, en general. Me cuesta. No por la dificultad técnica del asunto, sino por el manejo de la información a destacar. Y es que, cuando uno se presenta o habla acerca de sí mismo, no solo revela una determinada información biográfica, sino que, al mismo tiempo, inadvertidamente, revela también la percepción que tiene de sí mismo. Revela cuánto sus pies están en la tierra o su cabeza en las nubes. En ese fino equilibrio andamos todos cuando nos llega el turno y te dicen eso de ¡preséntate!, en tono jovial y despreocupado. Como si el asunto no fuera un arma que pudiera disparársenos en las propias manos. 

En este menester de presentarse ante lo demás hay gente pa' to. Desde el vanidoso que te canta el currículum (currículo es lo correcto, según la RAE), a la risueña que parece se haya tragado un algodón de azúcar, pasando por el audaz y habilidoso que se defiende de la situación utilizando el sentido humor. Yo pertenezco a este último grupo, por supuesto. Todo esto que estoy escribiendo es para dar coba y evitar el terrible acto de presentarme. Pero como otro remedio no hay, voy allá:

Si pudiera haber elegido mi nombre, no sé como me habría llamado. Probablemente, todavía estaría decidiéndome. Por suerte eligieron por mí y me pusieron Sergio, que bueno... no es la panacea de los nombres, pero tampoco está mal. Mi edad es 5,91 al cuadrado. Vivo en el sur, aunque depende de donde tú estés podría ser el Norte. La vida es una cuestión de perspectiva, como ves.

Mi película favorita es La gran belleza. Mi comida preferida, los caracoles y el salmorejo. Si decidieran quemar todos los libros existentes sobre la faz de la tierra y yo pudiera salvar solo uno, elegiría Muerte de un viajante, de Arthur Miller. O el catálogo de Ikea. No estoy seguro. A una isla desierta me llevaría un móvil. Mi epitafio será "Yo sí elegí muerte".

Profesionalmente me dedico la música, la escritura y el teatro. Y, a modo de hobby ("afición" recomienda la RAE), acudo cada mañana a la Abogacía de Estado en Sevilla (o en Andalucía, no sé muy bien, está gente lo anda cambiando todo a cada momento), perteneciente a la AGE, donde contribuyo eficazmente a ralentizar y entorpecer la acción de la Justicia. He sido profesor, camarero, socorrista y chico de los recados. Empecé a doctorar, pero acabé pasando del tema. Me flipé un poco, la verdad. Además, no les gustaba mi estilo a la hora de redactar. Aún no entiendo por qué.

¿Qué más? ¡Ah! Respecto al curso, claro. ¿Qué espero? ¿Qué puedo esperar? Quién sabe. Cualquier tema apasionante puede convertirse en aburrido si se imparte de la manera adecuada. Hay quienes parece que se esfuerzan por ello, incluso. Espero que este no sea el caso. En caso de que sí lo sea, fingiré interés y entusiasmo. El tema, en sí mismo, está bien. Tengo un colega que inventó un término para un tipo de discriminación: el jovencismo. Básicamente, que te tomen por primo (o prima) en edad temprana aprovechando que aún no has forjado un carácter lo suficientemente sólido como para exigir un trato adecuado en determinada situaciones. (Menudo académico se está perdiendo la RAE conmigo). Aunque, bueno, el tema de la discriminación y la igualdad en el fondo siempre esconde una cuestión de clase, ¿no? Al final, todas las discriminaciones son económicas. ¿O no? No lo sé. Para eso está el curso. Que me interesa muchísimo, ¿eh, señores evaluadores? Mucho, mucho.

¡Ah! Y si te preguntas el porqué del nombre del del blog, pues... no sé chico (o chica), había que ponerle uno. ¿Qué quieres? Por cierto, la madera del fondo del blog, no es madera, es contrachapado. Tu arme caso a mí, que yo de esto entiendo una mijita.

MODULO 4: UNA NOCHE DE ESTAS...

UNA NOCHE DE ESTAS...                                                                                Menos mal que nos separa esta trist...